Si bien en Albero nuestro principal objetivo son las personas que buscan superar una adicción al alcohol u otras sustancias, también consideramos en la recuperación un programa para la familia, pues también los seres queridos requieren atención por la pérdida de control frente al consumo de sus familiares y las consecuencias que esto genera. Además de que debemos considerarlos como un pilar para que el tratamiento resulte exitoso.
Para ello, nos guiamos en el Programa de Recuperación Familiar del psicólogo clínico Joseph Nowinski, quien nos ofrece una guía para especialistas de salud y también para los mismos familiares, pues se basa en prácticas iniciadas décadas antes, pero con una perspectiva de utilidad.
De acuerdo con su libro, los primeros esfuerzos para dar tratamiento a las familias iniciaron en 1966 con actividades de la Fundación Hazelden especializada en adicciones y en donde se diseñó un programa con el modelo de un campamento en el que se reunían familiares de personas con alcoholismo.
Dicho programa consta de nueve sesiones en donde se realiza una introducción al programa y diagnóstico personal, siete temáticas a abordar por encuentro, así como una sesión final. Estas mismas se realizan en Albero por solicitud de familiares que desean profundizar más en el entendimiento de la codependencia o pueden realizarse en familias a las que se les dificulta saber como enfrentar la adicción al alcohol u otras substancias por parte de su familiar.
De manera general podríamos decir que en la primera sesión se explica el funcionamiento del programa a los seres queridos así como el diagnostico de codependencia a través de unos cuestionarios; y en las siguientes siete sesiones se abordan los temas del programa de los 12 pasos, las familias Al-Anon y Nar-Anon, la negación, el rol de los facilitadores, la aceptación, el desprendimiento emocional y la rendición; mientras que en la última sesión se considera una revisión final a los resultados del proceso.
Aunque los tópicos a abordar en las sesiones son diferentes, por lo regular se dividen en unos 10 o 15 minutos que sirven para revisar el tema a tratar, otros 30 minutos en donde de desarrolla el contenido de cada encuentro, así como uno 5 minutos finales para las conclusiones y sugerencias en el tratamiento.
El tratamiento parte de que los procesos de recuperación de las personas que consumen alcohol u otras sustancias incluyen también a esposos, padres, hijos y cualquier otra relación con sus seres amados.
Los principios básicos para este proceso incluyen la aceptación de la pérdida del control ante una sustancia, el rendimiento ante una fuerza de voluntad que se enfrenta con esperanza y la decisión de seguir un proceso personal.
El proceso de recuperación alivia así a los seres amados en el estrés crónico, la culpa y la vergüenza asociados con sentirse responsables por el abuso de sustancias de la persona que tiene una adicción y emprende el camino de la recuperación.
El acompañamiento es clave pues se ha demostrado que las personas que lo siguen e intentan dejar una adicción se vuelcan hacia la fe y la esperanza, haciendo que cada día sea un aniversario de ese logro que se puede llevar mejor con acompañamiento.
A menudo los codependientes también necesitan ayuda para reconocer su impotencia ante las sustancias consumidas y para el aprendizaje de algunos conceptos, entre ellos la pérdida de control, la esperanza, el compañerismo y el desprendimiento emocional.
La “terapia familiar” se ha convertido incluso en una especialización de los profesionales en la salud mental y se considera que el proceso inicia con uno o más miembros de la familia que han sido los más afectados por la adicción.
Algunos de los pasos considerados para participar activamente en la recuperación son atender a los encuentros, compartir información de contacto, establecer una relación con quien respalda el proceso y leer los textos sugeridos durante las sesiones.
Entre los tópicos que se abordan en una recuperación de familia están los 12 pasos para los familiares, las diferencias entre las familias Al-Anon y Nar- Anon, la negación, la rehabilitación, la aceptación, el desprendimiento emocional y la rendición.
Un programa de recuperación en la familia puede implicar una larga agenda y más de las horas usuales de terapia, pues, entre otros pasos se deben identificar barreras para el tratamiento, explicar el programa, reconocer la impresión tras la información facilitada, ayudar a entender cómo se llega a la adicción e introducir a la recuperación.
Al hablar de un programa de 12 pasos para la familia en realidad nos referimos al programa de 12 pasos que internacionalmente se ha conocido para atender las adicciones y las dependencias, pero que los seres queridos de quienes continúan con un proceso de recuperación deben conocer.
Este proyecto tiene sus orígenes en la década de los treinta con sus impulsores William Wilson (Bill W.) y Robert Smith (Dr. Bob), quienes inicialmente orientaron estos 12 pasos para tratar el alcoholismo, aunque después se identificó que podría aplicarse a otro tipo de dependencias.
Se considera que es uno de los procesos estratégicos en la gran mayoría de los tratamientos de dependencias químicas, emocionales u otras. Así pues, se puede observar que lo que varía en el tratamiento es el problema a combatir y que puede incluir las drogas, el alcohol, la neurosis, el juego u otro tipo de dependencias. La base consiste en reuniones de las personas que están en tratamiento, la discusión de los problemas comunes y el compartir las victorias como parte del apoyo mutuo.
Conocer la historia de este proceso es interesante para entender que diferentes personas y familias a lo largo de la historia han padecido las adicciones y dependencias, pero que también han logrado la recuperación a través de compartir las experiencias y analizarlas.
En 1935 Wilson y Smith iniciaron en Ohio, Estados Unidos, con un programa de 12 pasos que a su vez tenía origen su origen en un programa misionero cristiano de Frank Buchman que se había realizado en la Universidad de Oxford. Este primer programa consideraba que había cuatro absolutos: la pureza, la honestidad, el amor y el evitar el egocentrismo.
Tras participar en los grupos de Oxford, Wilson y Smith decidieron que era necesario realizar un programa que no tuviera la rigidez y el fundamentalismo cristiano o religioso. Así pues surgieron los 12 pasos que rigen los principios de los alcohólicos anónimos. También se les conoce como 12 tradiciones, promesas u orientaciones para el desarrollo.
Ahora que conocemos un poco de la historia de los 12 pasos en el proceso de recuperación podemos entonces analizar en qué consisten e identificar cómo se pueden relacionar con las familias y seres queridos.
Aunque en el origen del proyecto de Wilson y Smith se consideraba como un poder superior a un Dios, este puede variar entre las personas que deciden realizar este proceso de los 12 pasos como un como parte de la recuperación en una adicción.
Los 12 pasos desde los grupos de familias Al-Anon y Alateen se revisaron y terminaron de la siguiente manera:
Distinguir la diferencia entre estos dos tipos de familias y las regulares es relevante en el contexto de los 12 pasos para la recuperación porque se ha demostrado que las personas que tienen acompañamiento de sus seres queridos experimentan un apoyo mutuo y la espiritualidad que no se relaciona con una religión, sino en el reconocimiento de una limitación personal.
¿Pero qué son las familias Al-Anon y las familias Nar-Anon? Los conceptos a primera vista parecen técnicos, pero una vez que los seres queridos de las personas con alguna adicción se suman a la recuperación los hacen parte de sus propios procesos.
Al-Anon es un término que define a las organizaciones internacionales que están enfocadas a proveer de un programa de 12 pasos de recuperación a las familias y amigos de personas que atienden su alcoholismo. Se considera que fue creada en 1951 en Nueva York por el cofundador de Alcohólicos Anónimos, Bill Wilson y su esposa Lois Wilson. Ellos identificaron las necesidades que tenían las familias en estos procesos de recuperación y generaron así un programa que hoy se puede encontrar en espacios como Albero.
Mientras que las familias Nar-Anon surgieron en 1968 con una base compartida con las familias enfocadas a la recuperación del alcoholismo a través de los 12 pasos, pero en este caso para atender a los seres queridos de los Narcóticos Anónimos. Los orígenes de estos grupos están en cambio en California y se considera a Alma B. y a Louis S. cómo sus principales promotores, aunque después el proyecto tuvo desarrollo con otros impulsores en la década de los setenta.
La negación es un término que se utiliza para referirse a las dificultades emocionales e intelectuales de la resistencia interna cuando se experimentan limitaciones o pérdidas.
En el caso del alcoholismo y la adicción a las sustancias esta negación tiene que ver con enfrentar que se ha perdido el control y es aquí donde aparece el primero de los dos pasos, la aceptación al confrontar esas limitaciones personales relacionadas con la dependencia de sustancias puede generar ansiedad enojo vergüenza y culpa.
Parte del tratamiento considera identificar las diferentes formas de negación que incluyen:
En la simple negación podemos encontrar conductas como el negar o discutir el uso de una sustancia, el rechazar a reconocer las consecuencias de la sustancia en hechos como un accidente automovilístico o problemas en el trabajo, así como evitar evidencia de que no es posible detener los límites en el consumo.
Al minimizar y maximizar, la negación se centra en comparar la situación de quien consume y es cuestionado con la de otros consumidores, esto, al hacer diferencias entre sustancias o entre niveles de consumo, por ejemplo, al argumentar que otra droga puede ser más dañina que la que se consume o que otra persona tiene mayores niveles de consumo que el propio.
Cuando se evita el tema, el alcohólico o la persona con adicción suelen minimizar el contacto con sus familiares o con cualquier otra persona que los confronte sobre el consumo, así pues, es común que pasen más tiempo en el lugar de esparcimiento o que realicen el consumo cuando se encuentran solos.
En el caso de la racionalización, la característica es que se encuentran excusas y justificaciones para el consumo, como, por ejemplo, el estrés del trabajo, la familia o el matrimonio; la depresión y la ansiedad; el dolor físico o el insomnio; e incluso la presión social.
Una forma más de negación es la distracción que se observa principalmente al intentar cambiar de tema cuando se aborda el problema del abuso de sustancias.
Por otro lado, se encuentran las falsas elecciones en las que vemos que la persona que consume las sustancias lo atribuye a otras características de su vida, como, por ejemplo, una personalidad fiestera o una personalidad rebelde.
Mientras que en la negociación que es otra forma común de la negación, se decide condicionar el consumo para ocasiones especiales o elegir solo algunas sustancias sobre otras.
Después de revisar qué es la negación y cuáles son algunas de sus características, es importante identificar cuál es la relación que guardan con la facilitación o las acciones de otras personas cercanas que permitieron el abuso de sustancias.
En este sentido podemos definir que esta facilitación consiste en los comportamientos de quienes han ayudado involuntariamente a los abusadores de sustancias para continuar con el uso continuo de las mismas. En otras palabras, los facilitadores implican y proveen de significados, excusas y satisfacciones que permiten a los alcohólicos o adictos el continuar con el abuso.
Algunas características que identificamos en estas personas tienen que ver con la forma en que se relacionan con quien consume con adicción. Así identificamos actitudes con indulgencias o con la tendencia a mimar sin que existan consecuencias.
En estos casos podemos observar que quien facilita estas actitudes puede presentar una personalidad o un deseo que le lleve a negar que existe un problema de adicción que debe de ser atendido. Algunas acciones que podemos encontrar son:
– Construir excusas para los abusadores.
– Proporcionarles sólo un poco de esas sustancias a las que son adictos.
– Prestarles dinero para cumplir con sus responsabilidades.
– Reconocerlos como enfermos cuando experimentan las consecuencias de un día de alto consumo.
– Conspirar con quien abusa, excusarlo o justificarlo por comportamientos inapropiados.
– Aceptar la culpa y las disculpas.
– Facilitar la compra de sustancias.
– Dotarlo de otras sustancias que también le puedan brindar paz.
Si bien son comportamientos variados, el común denominador que encontramos en ellos es cómo los facilitadores ayudan al consumidor a evadir su problema real que es el abuso de sustancias, minimizando así las consecuencias y creando relaciones de codependencia.
Al asistir a terapia, las personas que fungen como facilitadores pueden iniciar por realizar un inventario de acciones que les convirtieron en esa persona que ayudó al consumo. Esto, al identificar por ejemplo cómo permitieron el acceso, cómo minimizaron las consecuencias y cómo fue el progreso en sus relaciones con el alcohol o las drogas.
Tras revisar el papel de los facilitadores es posible entonces identificar que ellos también atraviesan un proceso de negación con una dinámica en la que se resisten a enfrentar una realidad progresiva en la pérdida de control del abuso de sustancias. Cuando hablamos de las personas que consumen alcohol, por ejemplo, podemos observar que hay una ilusión de que esa forma de consumir sea normal.
Una vez revisado el papel de los facilitadores y su relación con la negación es relevante el rol que juegan las familias Al-Anon y Nor-Anon en la motivación durante el proceso de rehabilitación.
Párrafos antes ya vimos que quienes fungen este papel de facilitador en un proceso de adicción pueden con ello evitar el reconocer que se tiene un problema. Por lo tanto, es complicado identificar el origen del comportamiento. Su principio, eso sí, puede ser benigno y amoroso, aunque en realidad fomente la destrucción a través del abuso de sustancias la dependencia codependencia y de su misma relación. Así, entonces, es importante que en la atención a las familias se identifiquen los factores que han permitido facilitar el abuso de sustancias.
Entre estos factores se observan que quienes han facilitado tienden a creer que con esta actitud pueden hacer una diferencia, que sería la única vía para salvar una relación, para convencer a la persona y para sentirse responsables del problema.
En este punto resulta crucial preguntarnos cómo se siente una persona facilitadora.
– Usualmente sienten culpa por la preocupación que guardan en secreto al haber contribuido al problema.
– También pueden experimentar ansiedad porque no se sabe qué puede pasar si tratan de tener control en la sustancia, por ejemplo, cómo podría impactar esto un matrimonio o la situación financiera de una familia.
– Por otro lado, se observa frustración y enojo porque quien abusa de una sustancia no cambia, no escucha los avisos y continúa con conductas dañinas repitiéndose constantemente que esto no pasará de nuevo.
– Hay quien pierde la esperanza y experimenta depresión por el progreso del consumo y se suspenden así la intimidad en las relaciones amorosas.
– Al final existe un sentimiento de alienación que puede afectar psicológicamente e incluso llevar a estas personas a caer también en el abuso de sustancias.
Al aceptar que un ser querido enfrenta problemas con el control en el consumo de sustancias surgen dos términos nuevos que se deben abordar durante las sesiones: el de la impotencia y el de sentirse poco hábil para poder ayudarle en su recuperación.
En el caso de la impotencia encontramos que se trata de un concepto con una carga psicológica y emocional que tiene que ver con la cultura, la interdependencia colectiva y con una sensación de derrota ante las consecuencias de un consumo no controlado.
Sin embargo, aceptar y reconocer la impotencia puede verse y entenderse también un acto de humildad, así, algunas personas que han reconocido esta impotencia ante la adicción reconocen la prioridad de buscar apoyo de especialistas para dar un primer paso que permita evitar la ansiedad y la falta de esperanza.
En la terapia se busca que la familia avance hacia esta aceptación y el reconocimiento de la impotencia. Para ello existen una serie de cuestionamientos que pueden ser útiles para el proceso de recuperación, entre ellos:
Es en este paso cuando cobra relevancia hacer una diferencia entre la impotencia y entre sentirse como una persona poco útil para ayudar a quien enfrenta una adicción. Al asistir a terapia, los seres queridos pueden identificar que si bien son impotentes ante el control del consumo de alguna sustancia pueden ser útiles al no continuar con dinámicas que faciliten el consumo y también al atender su propio autocuidado, pues se considera que la recuperación debe de ser un proceso integral.
Al atravesar el proceso de la aceptación y una vez reconocidas las diferencias entre la impotencia y la incapacidad para ayudar surge también otro concepto qué tiene que ver con las dificultades para manejar tanto la vida de la persona adicta como de sus seres queridos. Esta dificultad para manejar las situaciones incrementa en la medida en que crece la incapacidad para controlar el abuso de sustancias, por lo que es importante que durante la terapia se discuta cómo ha sido ese proceso de crecimiento.
En torno a la aceptación también resalta el identificar su relación con la depresión y los factores que el terapeuta debe de tomar en cuenta a identificar con la presencia de ansiedad o tristeza, a fin de no caer en la pérdida de esperanza e identificar si existe este sentimiento de no poder ayudar o empatizar dentro de una familia Al-Anon o Nor-Anon.
Para entender este concepto hay que volver a unos párrafos atrás y recordar cuál es el papel que juegan los facilitadores en el consumo de las sustancias, pues ahora hablamos del concepto opuesto. En este caso, de uno relacionado con el amor y el reconocimiento a la interdependencia entre la persona que supera una adicción y sus seres queridos, sin dejar de lado el apoyo mutuo y el respeto que dota de dignidad a las elecciones.
En la terapia se identifica que en la medida en que progresa la adicción, en los seres queridos crecen también los sentimientos de responsabilidad y una transición hacia los cuidados que se le darían a un niño pequeño. Esto por supuesto afecta a los codependientes gradualmente física, psicológica y espiritualmente.
El objetivo en un proceso de recuperación para el codependiente es realizar cambios graduales que le permitan regresar a una relación más parecida a la del nivel entre un adulto y un adulto, mejorando así la salud mental de los familiares y los seres queridos.
Esto no es un proceso fácil ni corto y frecuentemente motiva a que la persona que abusa de sustancias realice cambios en retroceso. Aquí es donde cobra relevancia esa frase que seguramente se ha escuchado por ahí, de un día a la vez.
Parte de la terapia puede incluir orientar a la familia a identificar las diferencias entre un facilitador y alguien que actúa con desapego emocional. considerando algunos puntos de discusión relevantes cómo la forma en que esto afecta la relación, cuáles son los principios del desapego emocional y cómo enfrentan un proceso que será largo.
Por otro lado, hay que identificar lo que no es el desapego emocional y aquí resalta que no se trata de un rechazo o el hacerlos responsables de sí mismos o incluso poner barreras.
Algunas de estas barreras pueden ser la culpa, la ansiedad e incluso el sentirse fuera de lugar por confusiones, por temor a las consecuencias negativas, por la resistencia a negarse en cambiar las obsesiones e incluso por un sentimiento de no poder proteger. Discutir estas barreras en el proceso del desapego emocional es parte de la terapia.
En el desapego emocional el terapeuta se puede encontrar también con otra situación, la de los codependientes enojados con la adicción que está en proceso de superarse. En este punto resulta relevante el soporte que puede dar compartir experiencias pues al final, las familias Al-Anon o Nor-Anon. reconocen que quienes tienen una adicción son personas con una enfermedad, pero no malas personas.
En esta última etapa relacionada con lo que se observa en el proceso de los 12 pasos, nos encontramos con la relevancia que cobra la fe tras atravesar por diferentes conocimientos y en el papel de frases conocidas en la recuperación del abuso de alcohol y otras sustancias como, “Déjalo en manos de Dios” o “Un día a la vez”.
Históricamente se ha observado que entre las familias que atraviesan por la recuperación existe un daño relacionado con la de codependencia y que los seres queridos reconocen una dificultad para tratar de controlar los niveles de adicción de las personas en recuperación.
Estas dificultades se atraviesan gradualmente con el soporte entre los integrantes de la familia y la creencia de que con este apoyo se están tomando las mejores decisiones.
Lo que se realiza en la terapia es identificar las frases comunes para llegar a la rendición y que puedan aplicarse a cada familia. De inicio se mencionan estos eslóganes y posteriormente se analiza cómo aplican en el proceso de recuperación que enfrentan.
En la terapia se debe partir también por identificar que las familias estén listas para dar un siguiente paso que deje atrás la codependencia tratada en las sesiones anteriores.
Aquí es importante observar qué tan relacionados e identificados se sienten con los principios de las familias Al-Anon y Nor-Anon, sí podrían atender a las reuniones que ellos organizan para compartir sus experiencias, si hacen uso de literatura de ayuda y sí han buscado información sobre ellas en internet.
Como parte de la rendición las familias también pueden hacer contacto con una persona que juegue el papel de padrino o de guía en el proceso posterior a la terapia. Estas personas deben cumplir algunas características:
Al final la rendición tiene que ver también con la liberación de los seres queridos de la persona que atravesó por un proceso de atención al abuso de sustancias, esto, pues en varios de los casos se observa que en el pasado cargaron con sentimientos de culpa y vergüenza, sobre todo en el caso de las esposas de los abusadores.
La rendición y el desapego emocional son puertos finales para el proceso de recuperación y aunque en algunas personas se observa que hay estrés y ansiedad por tratar de proteger a la persona que supera una adicción, sin embargo, se trata de dejar ir la culpa y la responsabilidad.
Si tu o tu familia, acaban de leer este texto y te encuentran interesados en tomar este programa, te pedimos de la manera más atenta que te acerques con el equipo de Albero para que te demos informes al respecto.